La ira es muy diferente a la violencia: es impulso, es vida, es protección y cuidado.

Desde la infancia, muchas veces nos enseñaron que enfadarse está mal. Que levantar la voz, decir “basta” o expresar frustración es sinónimo de ser una mala persona. En nuestra cultura, incluso suavizamos el término y preferimos hablar de “rabia” o “cólera”, como si cambiarle el nombre le quitara fuerza.

La ira es una energía necesaria, natural y profundamente transformadora. 

Es la misma energía que hace que una semilla estalle para convertirse en árbol, o que un bebé empuje para salir al mundo. Es lo que nos permite mostrar nuestros límites, decir no, salir del abuso y actuar cuidando nuestra propia vida y la de los demás .

¿Dónde empieza la violencia y dónde termina la ira?

La diferencia entre ira y violencia está en lo que hacemos con esa energía.

  • La ira nunca daña. Muestra disconformidad, protege, moviliza, busca reparación.
  • La violencia siempre daña. Impone, humilla, silencia, hiere física, emocional y espiritualmente.

Cuando desde la infancia nuestra ira es suprimida, silenciada o castigada, esa energía creemos que desaparece, y en realidad se queda dentro, acumulada, y puede acabar convirtiéndose en violencia: hacia otras personas o hacia nosotr@s mism@s.

“Parecía tan feliz… y enfermó de cáncer.”

“Es tan buena persona… nunca se enfada.”

“Cuando te enfadas, estás fea.”

“Así nadie te va a querer.”

¿Te suenan estas frases? Son solo algunos ejemplos de cómo hemos asociado la ira con algo destructivo, cuando en realidad puede ser la puerta hacia una vida más auténtica.

La ira también crea (y mucho)

La ira aceptada nos aleja de la violencia, puede convertirse en creatividad, en acción y en transformación profunda.

¿Qué puede inspirar la ira cuando deja de reprimirse?

  • Nuevas formas de educar basadas en la cooperación, en vez de en el premio/castigo.
  • Espacios seguros donde expresar nuestras emociones sin miedo al juicio.
  • Relaciones con más verdad, respeto y consciencia.
  • Proyectos de bienestar común: comercio justo, salud integral, comunicación no violenta.
  • Activismo desde la vida y no desde el odio.

¿Te has planteado que incluso el Big Bang, esa gran explosión que dio origen al universo, podría ser una metáfora de la ira como fuerza de creación incontenible?

Recuperar la ira para vivir sin violencia

La violencia nos desconecta: impone, miente, desprecia, castiga.

La ira acompañada (acogida) nos reconecta: nos muestra lo que ya no permitimos y lo que estamos list@s para transformar.

La próxima vez que sientas esa presión en el pecho, ese calor que sube o esas ganas de gritar… Te invito a escucharte. Puede que estés a punto de empezar algo nuevo.

¿Dónde está tu ira?

Si la usáramos para crear y para contribuir este mundo cambiaría en un instante.

Sin violencia.

Con vida.

Con decisión.